Mis búsquedas y mis primeros pasos por la docencia
Flavia Bazán y Claudia Fava.
Encuentro de Programa Nacional de Docentes Noveles en Buenos Aires, 2008
Por Flavia Bazán
Profesora de Historia. Escrito en 2007 en el programa Docentes Noveles de la Provincia de Mendoza
Ser docente de Formación Ética y Ciudadana mientras dure
A fines de 2003 terminé mis estudios de profesorado de Historia en EGB3 y Polimodal. A principios de 2004 obtuve el bono de puntaje y comencé a buscar trabajo en marzo. Siempre me gustaron las escuelas rurales, por ello descartaba las horas de las céntricas, pensaba que me iba a sentir mucho más segura y tranquila para trabajar en las primeras.
Fue así que me presenté a unas horas de Formación Ética y Ciudadana en cuarto llamado en una escuela de Agua Amarga en Tunuyán. Agua Amarga es un paraje localizado en el distrito andino Los Árboles que se localiza a unos 25 km de la Ciudad Tunuyán. En la zona encontramos plantaciones de vides y asentamientos de bodegas de inversiones locales y extranjeras. Además se desarrolla la fruticultura y se localiza una fábrica conservera en sus proximidades. La población está esparcida por el territorio y se ocupa principalmente en actividades agrarias. Se trata de la escuela N° 1-576 “General Rudercindo Alvarado” ubicada en la finca “La Hinojosa”.
Por suerte hacía muy poquito que mi familia había comprado un auto, de esta manera se me facilitó llegar hasta ella recorriendo los 25 km que la distanciaban de mi domicilio. De todos los docentes postulantes, era la única que tenía bono. Como era el “cuarto llamado” tuvimos que dejar las carpetas de antecedentes, luego la directora nos informaría quién había quedado en primer lugar. Podía anticipar que ganaría el concurso ya que era la única que tenía bono. Pasaron dos días y no tenía noticias.
En el mismo periodo, me presenté a otro llamado de tres horas vacantes de Formación Ética y Ciudadana y las obtuve. Esas fueron mis primeras horas en la Escuela José Pedroni N° 1-375 de La Puntilla. Ésta se localiza a 10 km de la Ciudad Tunuyán en un paraje denominado La Puntilla del distrito El Totoral. Está inserta en un contexto rural similar al de la escuela de Agua Amarga. Entre ellas hay una distancia de 10 a 15 kilómetros. Además, esta escuela es primaria, pero a partir de la implementación de la Ley Federal de Educación suma el Tercer Ciclo con el “Proyecto 7”, que luego –en 2001- se transforma en “Proyecto de Tercer Ciclo Nuclearizado”. Tema que constituye una de las cuestiones centrales de preocupación de padres y docentes frente a la nueva Ley de Educación Nacional que vuelve obligatoria la Escuela Secundaria, pero no termina de definir el modo que se implementará en la zona rural. Situación dramática que se repite en todas las escuelas primarias rurales de la región. En este artículo denominaremos a ésta como “la escuela de La Puntilla”.
El mismo día, por la tarde, me llamó por teléfono la directora de la escuela de Agua Amarga para informarme que había quedado en primer lugar y si estaba dispuesta a tomar las horas. Le pregunto cuáles eran los horarios, y al no superponerse con las de la escuela de La Puntilla, las acepté.
La primer sorpresa fue que las escuelas quedaban cerca y tenían las mismas características: rurales, primarias con Tercer Ciclo de la EGB, pequeñas, cursos con alrededor de 20 alumnos, chicos tranquilos pero con muchas necesidades afectivas y materiales. Por mi parte, no poseía conocimiento alguno sobre la comunidad, tampoco sobre sus maestros y profesores.
Era una mañana muy fría, estaba muy nerviosa, pero a la vez segura. Esa seguridad se debía a que mis prácticas no fueron para nada sencillas. Fueron en una escuela Técnica de la Ciudad de Tunuyán y la experiencia fue intensa... Pero esa es otra historia. Sin embargo luego de esta experiencia la profesora de las Práctica me dijo: “Si superas esta instancia… todas las demás serán experiencias a no temer”... Y sobreviví con una alta calificación... Así que confiaba en las palabras de la profesora , sabía que si superaba eso todo lo demás sería algo que podría llevar adelante. Así fue que el mismo día me presenté a trabajar en ambas escuelas.
Con la primera persona que tuve contacto en la de Agua Amarga, fue con la preceptora. Me llevó hasta el curso de 8° año. Cuando entré los chicos se encontraban sentados y callados. Los saludé y comenzó la presentación. Pasados unos instantes, cuando observé sus caritas, mis nervios fueron desapareciendo. Luego de presentarse comentaron los temas que habían visto con la profesora anterior, ya que asumí el curso el 18 de mayo. Después de la clase, me encontré con la directora (que es la misma de la EGB 1 y 2) quien me avisa que las horas de Historia de 9° año entrarían en concurso por un reemplazo a término ya que la profesora a cargo tomaría una licencia por maternidad. Así incrementé mi carga horaria en esta escuela.
Como había tomado horas de Formación Ética y Ciudadana, inmediatamente comencé a buscar material y libros de Ética para preparar la clase. No poseía conocimiento sobre los contenidos que se dictaban en esta materia. Lo que decidí fue armar una clase de presentación para conocer a los alumnos. Se trataba de “los valores”. Busqué información en un libro de “Técnica de Presentación”. Los alumnos leían características relacionadas con estos y debían marcar cuales poseían, entre ellos mencioné: constancia, cooperación, inseguridad, intolerante, inteligente, solidario, etc. Además tenían que reflexionar cuáles de los seleccionados les ayudaba a desenvolverse con sus amigos y cuáles les causaba problemas.
Realicé las actividades con los alumnos que dieron muy buen resultado. Una vez finalizada la clase busqué a la preceptora para pedirle la planificación de la profesora anterior y así poder estar más informada sobre los contenidos de la materia. Esa misma tarde salí a comprar unos libros de Formación Ética y Ciudadana, de la Editorial Santillana de 8º y 9º año. También asistí a la Biblioteca Popular Segundo M. Estévez, situada en el centro de la Ciudad Tunuyán. Los libros que consulté eran de la misma área, pero distinta editorial. En la escuela de Agua Amarga el reemplazo de 8° y 9° años duró hasta el mes de octubre. En cambio, en la escuela de La Puntilla, la directora me dio la continuidad[1] de las horas vacantes de Formación Ética y Ciudadana para el próximo año. Sin embargo, cuando se inició el ciclo 2005 los docentes nos enteramos que desde la Dirección General de Escuelas se habían producido cambios en la estructura curricular del Tercer Ciclo de la EGB. ¿En qué consistieron? Se quitaron algunas materias y se agregaron más horas a otras: Lengua y Literatura, Matemática y Sociales.
¿En qué consistieron esos cambios? En el 2005 la Dirección General de Escuelas decide incrementar las horas cátedra de los espacios curriculares que considera y denomina básicos –esto es: Lengua, Matemáticas, Ciencias Sociales y Ciencias Naturales- . Para ello elimina los espacios curriculares de Formación Ética y Ciudadana y Tecnología. Esta situación es informada a los docentes involucrados a través de los medios masivos de comunicación. De esta manera, el ciclo lectivo 2005, da inicio con esta novedad que deja sin trabajo a varios docentes sin aviso previo. Por otro lado, la denominación de Ciencias Sociales y Ciencias Naturales resulta ambigua para los docentes involucrados que poseen titulaciones en ciencias o disciplinas específicas (Historia, Geografía, Biología, Física, etc.). Esto lleva a una disputa por los espacios curriculares considerados “básicos” dentro del campo de cada una de dichas ciencias. En este marco, las políticas educativas provinciales determinaron que los contenidos de Formación Ética y Ciudadana tendrían que ser abordados en el espacio curricular de Historia. En otras palabras, la desaparición del espacio curricular intentó ser resuelto con la inclusión de sus contenidos en otro espacio curricular: Historia. Por este cambio perdí las horas de Formación Ética y Ciudadana en la Escuela de la Puntilla y quedé sin horas.
Enseñar con mis prejuicios en escuelas secundarias rurales
En el 2005 comencé a buscar horas por medio de los clasificados del periódico. Los cambios producidos por la Dirección General de Escuelas hicieron que se ofrecieran más cantidad de horas de Historia y Formación Ética y Ciudadana. Esto fue para mí como un juego de ajedrez; ya que la mayoría de los profesores se presentaban rápidamente en las escuelas para concursar. Mi objetivo era seguir trabajando en la escuela de La Puntilla y también poder tomar un cargo suplente vacante en una institución localizada en Colonia Las Rosas que se inauguraba. Entonces decidí esperar que esas horas se ofrecieran para poder tomarlas. La Escuela 4-203 “Sin Nombre” está ubicada a 10 km de la Ciudad Tunuyán. Se caracteriza por ser urbana rural y está atravesada por la Ruta Provincial Nº92. En sus alrededores hallamos viñedos, plantaciones agrícolas, fruti-hortícolas y viveros. También a pocos kilómetros encontramos la planta de agua mineral ECO de los Andes, y es muy común que gente que trabaja en Ciudad Tunuyán resida en la zona.
Mi espera dio sus frutos; así tomé horas en 8º y 9º años en la escuela de Colonia Las Rosas y también en la de La Puntilla ya que no tuve superposición de horarios y el resto de los concursantes sí. Una vez alcanzado el objetivo e iniciadas las clases, era el momento de planificar relacionando los temas de Historia con los de Formación Ética y Ciudadana. Pero ahora esta tarea de articulación me resultaba más sencilla ya que tenía más conocimiento sobre ambas materias.
Al iniciar las clases, tomé contacto con los alumnos de la escuela de Colonia Las Rosas. Advertí que no los estudiantes no eran como los “chicos tranquilos” a los que estaba acostumbrada a tratar en la escuela de La Puntilla. Como la escuela recién abría, convocó en su matrícula a gran número de repetidores. Tal vez por esta razón el trabajo en el aula me resultó más difícil. Además, el 80% de los alumnos pertenecía a familias atravesadas por la experiencia de la pobreza y el resto a familias que habían tenido mejores condiciones económicas y habían empobrecido en los últimos años. Advertía los prejuicios que yo tenía sobre estos rasgos que los caracterizaba, ellos estaban junto a mí, nos los podía evitar.
A veces incluso se me mezclaban en los juicios que terminaba haciendo de los estudiantes al encontrarme con sus dificultades de lectura comprensiva, la dedicación al estudio, el cumplimiento de tareas y -en algunos casos- serios problemas de conducta.
Sin embargo, con el correr del tiempo fui comprendiendo que:
1°).- la mayoría de ellos trabajaban para poder ayudar a sus familias, lo que implicaba que no realizaran tareas en el hogar; y
2°).- gran número de ellos experimentaban conflictos familiares que los hacía pasar muchas horas fuera de sus casas junto a sus amigos; en lugares como bares, calle, Ciber y plazas.
Lo último, hacía que algunos la escuela fuera como una “vía de escape” para no permanecer en su hogar. La escuela no parecía cumplir con su función de educar sino que era vista como “un refugio” para evitar problemas familiares.
A la par de todas estas cuestiones, existía otras condiciones que nos jugaban en contra: no teníamos biblioteca para que los alumnos investigaran y trabajaran con libros. Por ello tenía que preparar material y sacar fotocopias con mi dinero para que los alumnos pudieran trabajar en clases. A lo que se sumaba que la escuela 4-203 funcionaba –y aún lo hace- en una casa. Las habitaciones cumplen el rol de aula y el espacio no es suficiente ni confortable.
El contexto experimentado en la escuela de La Puntilla era muy diferente. Si bien es una escuela primaria rural, asociaba a los alumnos a otras características. Chicos que trabajaban en la tierra con sus familias, pero que además dedicaban tiempo al estudio. Se me presentaban como alumnos responsables, obedientes, educados en su forma de expresión, respetuosos. Claro que siempre existía alguna excepción. En mi vivencia y en mis percepciones se me presentaban dos grupos de estudiantes muy diferentes. Así no me resultaba del mismo modo trabajar con un grupo de una escuela donde las dificultades se me presentaban con dos alumnos, que con el de la otra escuela donde “la dificultad” la experimentaba con todo un curso y terminaba para mi sintiendo “la dificultad” una de sus características como grupo.
Lo único que encontraba en común en ambas escuelas era que los chicos recibían: una copa de leche acompañada ocasionalmente por una tortita[2], galletas, facturas, sándwich de jamón y queso en las primeras horas; y una fruta, vaso de yogurt o arroz con leche antes de finalizar la actividad escolar. Arroz con Leche que tuve alguna oportunidad de probar ya que la celadora sabía que me gustaba.
En este marco, muchas veces me daba la impresión que los estudiantes de la escuela de Colonia Las Rosas parecían asistir a la escuela sólo para recibir esta merienda. Mi prejuicio estaba presente en estas oportunidades, pero la realidad de la escasez de alimentos en las familias tenía mayor peso que mi representación.
Finalmente, esta escuela a mitad de año consiguió el alquiler de una fotocopiadora. Los alumnos y profesores pagábamos un abono mensual. Y de esta manera sacábamos fotocopias del material. La disponibilidad de materiales para organizar la tarea cambió mucha de las actitudes que percibía como difíciles con este grupo.
Ante lo observado hasta aquí, para mí, los alumnos de estas escuelas ponían de manifiesto características diferentes. No era lo mismo dictar clases en una y otra escuela para mí. Que era necesario buscar alternativas de trabajo para cada una de ellas. Esto me resultaba complicado, y así tuve que inventar estrategias para poder solucionar distintos problemas que enfrentaba día a día. Sin embargo, los prejuicios siempre me acompañaban a la hora de pensar las estrategias a inventar en estas escuelas con estudiantes a los que asociaba con sentidos muy distintos.
A continuación me interesa narrar algunas de las estrategias que exploré en la escuela de Colonia Las Rosas. Exploraciones que continuamente tuvieron que enfrentar mis propios prejuicios hacia sus alumnos.
La primera, fue conocer las realidades de sus alumnos para poder comprender cuál era su entorno y necesidades. Para ello realizamos un juego de presentación donde cada chico decía su nombre, edad, qué le gustaba realizar, su entorno familiar (cómo se componía), cuáles eran las actividades que le gustaba realizar fuera de la escuela. Esto, día a día, me llevó a que existiera una buena comunicación, respetando cada uno el rol que cumplía. Así fue que en una oportunidad sucedió un conflicto entre compañeras y amigas de un mismo curso durante las horas de Educación Física cuando se golpearon y resultaron lastimadas. Esto generó un clima tenso para el trabajo en el curso. Quedó dividido en dos. Para solucionar tal conflicto busqué un juego donde los alumnos formaron una ronda junto a la profesora, y cada chico describía las virtudes y defectos de quien tenía sentado al lado izquierdo. A través de lo cual pude lograr que los chicos mejoraran sus relaciones. Con la experiencia, llegué a la conclusión que el juego había ayudado a ver las actitudes de los demás. Así el curso tomó la iniciativa de colaborar para que estas alumnas pudieran entenderse y comprender que no valía la pena estar distanciadas, y que hablando se podían solucionar el problema sin llegar a la violencia. Luego el curso me agradeció que a través de este juego llamado “espejo”, tan sencillo, hubiera ayudado a que las amigas y el curso volvieran a hablar entre sí.
A mi entender, las estrategias que me han dado mayor resultado son aquellas que ayudan a comprender a los chicos a través del diálogo, saber cuál es la situación por la que están pasando.
Me resultó difícil entender que cuando un alumno atraviesa un conflicto no le interesa escuchar un modulo entero a su profesor. Y que muchas veces como docente estaba más concentrada con demostrar todo lo que sabía más que de entrar en contacto con los estudiantes. Para mí, ahí estaba parte del fracaso tal vez experimentaba cuando no podía entrar en contacto con ellos. Así en mi cabeza rondaba la pregunta: ¿quién falló… el profesor… el alumno?
La segunda estrategia que utilicé fue el trabajo en grupo, con no más de 3 alumnos. Grupos en los que ellos investigaban para luego cerrar entre todos los temas. Combinada con clases personalizadas con alumnos que manifestaran más dificultades. Para ello, en ocasiones nos acompañaba la Coordinadora Pedagógica. Daba la impresión que frente a otra persona que no pertenecía al curso los alumnos trabajaban, escuchaban y se mostraban interesados en la clase.
Y por último, la dificultad de no contar con libros, se solucionó cuando la escuela secundaria céntrica de Tunuyán “Profesora Amanda Fernández de Palermo” N° 4- 173-, prestó a la institución libros de distintas áreas: Sociales, Naturales, Lengua y Matemáticas. No eran abundantes, pero ayudó para que los alumnos tuvieran acceso a libros para leer e investigar y dejaran las tediosas hojas en blanco y negro de las fotocopias. La lectura diaria permitió ir superando las dificultades en la comprensión lectora. Podíamos leer y analizar entre todos los textos. Así, la problemática que en un comienzo para mi estaba relacionada con la escasa dedicación al estudio, quedó subsanada con la simple disponibilidad de libros que me permitió llevar adelante mejores trabajos realizados durante las clases y el constante repaso entre todos.
Alumnos de Colonia Las Rosas en las Olimpíadas de Filosofía
A finales de mayo de 2005 llegó a la escuela de Colonias Las Rosas, desde la Dirección General de Escuelas, una invitación para participar en las Olimpiadas de Filosofía llevadas acabo por la Universidad Nacional de Tucumán. Participaban chicos de EGB3 y Polimodal. Consistía en realizar un ensayo sobre de los Derechos Humanos. Se elegían tres trabajos por ciclo. La primera instancia era en la escuela, la segunda en el departamento, la tercera en la provincia y la instancia final era en Tucumán, donde competían los ensayos ganadores de todo el país.
El director me propuso participar. Debía preparar a los alumnos que quisieran competir. Acepté la propuesta. Una vez que comenté a los estudiantes sobre las olimpiadas nos pusimos a trabajar. Se sumaron quince chicos, de los cuales finalmente participaron solo diez alumnos de 8° y 9° años.
Primero había que elegir el tema a partir del cual trabajaríamos. Elegimos el eje “Medioambiente y su relación con los derechos humanos” porque en la zona hay movimientos para la explotación minera.
En el vecino departamento San Carlos y la zona cordillerana cercana a la escuela de Colonia Las Rosas, se llevaron a cabo sondeos para la explotación minera. Se testeaba las posibilidades de extracción de oro y plata con los mismos procedimientos empleados en San Juan y Catamarca. Modalidad que utiliza grandes cantidades de agua y cianuro. Toda la población de la región del Valle de Uco comenzó a realizar marchas, protestas de rechazo, charlas en las escuelas… para evitar el avance de esta explotación en la zona y la provincia. En los medios de comunicación se publicaron artículos sobre el peligro que significaba esto para el Medio Ambiente. Las protestas se prolongaron hasta junio de 2007. Fecha en que el Poder Ejecutivo ratifica el decreto N° 1.423 elaborado por el Poder Legislativo que prohíbe cualquier tipo de extracción minera contaminante con producto que perjudiquen el Medio Ambiente, en especial el agua. En este marco, los alumnos disponían de mucho material para informarse y poder elaborar el ensayo.
El segundo paso, fue explicar cómo se elaboraba un ensayo. Para ello contamos con la ayuda de los profesores de Lengua y Literatura.
En ocasiones no me alcanzaba el tiempo, entonces comencé a ir a la escuela por la tarde. Los chicos llevaban sus ensayos en borradores y los corregían tantas veces como fuera necesario.
Para elegir los trabajos que representarían a la escuela se hizo una jornada en la que participaron todos los alumnos. Los trabajos fueron elegidos por un jurado integrado por tres profesores de la escuela: el Profesor de Lengua y Literatura Orlando Nieto; la Coordinadora Pedagógica Betiana Muñoz; la Profesora de Historia Eliza Ruiz y yo. Esos fueron los profesores elegidos ya que eran los docentes que se encontraban ese día en la institución. Además, de alguna manera habían ayudado a los chicos. Tres ensayos pasaron a la instancia departamental.
La instancia departamental la organizó el municipio de Tunuyán. Los tres alumnos leyeron sus ensayos y luego los defendieron sus argumentos ante las preguntas de un jurado conformado por docentes convocados por el municipio. Los tres fueron seleccionados y elegidos como los trabajos de EGB 3 que pasarían a concursar en la ciudad de Mendoza. Esta instancia ayudó para que los chicos fueran poco a poco perdiendo la vergüenza y supieran como usar argumentos para defender su ensayo.
En noviembre viajamos con los ganadores de la escuela Colonia Las Rosas a participar en Ciudad Mendoza. Nos encontramos allá con los participantes del resto de los departamentos. La jornada se llevó a cabo en una institución privada P-131 “Fundación Ricard”, conocida como “Norbridge”. El jurado había sido elegido por la Universidad Nacional de Tucumán. Primero se leyeron los ensayos de EGB3. Un total de siete, entre los que se encontraban los de mis alumnos. Finalizada la exposición de todos los trabajos, el jurado eligió los ensayos ganadores. De los tres finalistas de este nivel que pasaron a Tucumán, resultaron electos dos de los ensayos de mis alumnos: Javier Condorí de 8° año “Como convivimos con el medio ambiente” y Rosa Castro de 9° “Digamos sí a la vida”. Realmente me sentí muy orgullosa, serían los representantes de la Provincia de Mendoza que viajaban a Tucumán, junto a los chicos de Polimodal de otros departamentos.
El 2 de diciembre viajamos dos profesores y los alumnos ganadores a Tucumán. Esto para mi significó toda una responsabilidad porque nunca había viajado sola con alumnos.
La experiencia que vivimos con los chicos fue inolvidable. Nos hospedaron en un complejo universitario retirado de la ciudad, estuvimos con profesores y alumnos de todo el país. Al otro día de haber llegado se expusieron los ensayos, uno mejor que otro. Claro que no quedamos en los primeros lugares, la mayoría de los trabajos habían sido elaborados junto con profesores de Filosofía.
Como experiencia fue extraordinaria; compartir tantos conocimientos con profesores y alumnos de otras provincias; conocer sus realidades, proyectos, cómo se habían organizado las jornadas de selección de los ensayos en cada provincia. Para mis alumnos la experiencia resultó algo nuevo. Rosita, proveniente de familia boliviana, nunca había viajado en colectivos que ofrecieran viandas. Así cuando en el colectivo le entregaron la bandeja me miró preocupada y preguntó: “Profe, ¿esto hay que pagarlo?”. Tampoco había entrado a tiendas que tuvieran aire acondicionado (algo habitual en una zona como Tucumán). Todo le llamaba la atención. Javier, en el viaje de vuelta me dijo:” Profe: me di cuenta lo importante que es la lectura. La mayoría de los chicos que conocí sabían mucho porque leían. Desde ahora la lectura va ser algo diario en mi vida”. Pequeñas cosas que me dan fuerza para seguir trabajando día a día por alumnos que tanto necesitan de nosotros.
Finalizado el 2005, se realizó el acto de fin de año. A todos los que participaron en las Olimpíadas se les entregó un presente. Pero a Javier y Rosita, que pasaron a concursar a Tucumán, se le entregaron además diplomas desde el Municipio por sus esfuerzos y por haber representado al departamento y a la provincia en Tucumán.
Al año siguiente seguí trabajando en la escuela de Colonia Las Rosas con algunos cambios. El primero de ellos: teníamos nueva Directora: Sra. Silvia Martínez –quién por su antigüedad pronto se jubilaría-. Este cambio se debía a que a fines del 2005 concursaron los directivos -como lo hacen cada año- para tomar cargos titulares de dirección. El cargo de dirección de esta escuela era un cargo vacante suplente. Así el director del año anterior pierde el cargo y asume la nueva directora. Esta situación fue lamentable, el director anterior conocía la realidad de los chicos y en un año había logrado realizar muchas cosas por la escuela y sus alumnos. Cambio que significó la adaptación a otra forma de trabajo. El segundo, fue que se modificaron los horarios frente a la apertura de un 9º más y de un 1° año de Polimodal. La casa donde funciona la escuela no ofrece el espacio requerido. Así los dos 9° y el Polimodal quedan en la mañana y los tres octavos pasaron a la tarde. Esto significó que tenía que concurrir a dictar clases por la mañana en 9° año, y por la tarde en 8°.
Pese a estas nuevas condiciones, en el año 2006, decidimos nuevamente participar en las Olimpiadas. Ahora con la ayuda de la Profesora Betiana Muñoz (Coordinadora Pedagógica) decidimos trabajar de la misma manera que el año anterior, con la diferencia de que tomamos la precaución de elaborarlo a modo de proyecto para que la Dirección General de Escuelas nos otorgara puntaje. En esta nueva convocatoria participaron los mismos chicos del año anterior y otros que se sumaron. En octubre concursamos con los demás departamentos en la provincia de Mendoza. El certamen se llevó a cabo en la Universidad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo. Ganó una alumna de 9° año de nuestra escuela para concursar en Tucumán, Celeste Avaca. Pero en esta oportunidad, la profesora que la acompañó a Tucumán fue la Coordinadora pedagógica Betiana Muñoz.
A tres años de recibirme soy titular…
Finalizando el 2006 comienza el período de ofrecimiento de horas titulares. Por ello, las horas suplentes en cargo vacantes de la provincia, de diferentes áreas curriculares, se ofrecieron para titularizar. Muchos docentes noveles teníamos la posibilidad de tener nuestras primeras horas titulares.
Me inscribí en la Junta Calificadora por las dudas. Mi puntaje no era alto. La Junta comienza a ofrecer los cargos a fines de octubre de 2006. Mi turno fue recién el 6 de diciembre. De este modo, la fecha de este turno significaba que adelante mío había muchos profesores con más alto puntaje. Pensé que cuando llegara ya no iban a quedar horas para poder tomar.
Llegó el día de mi turno en la Junta de Calificaciones. Me presento con la documentación correspondiente y la señora que se encontraba en la mesa del Área de las Ciencias Sociales – Espacio Historia-, me preguntó en qué zona quería tomar las horas. Por supuesto que mi respuesta fue en Tunuyán. Tenía algunos comentarios que expresaban que ya no quedaban horas en la zona, pero igual me arriesgué y consulté. Me respondió que no, me dijo que en la zona más cercana a Tunuyán con horas era en el vecino departamento Tupungato (ubicado a 35 - 40 km de Tunuyán). Pero insistí nuevamente y volví a preguntar si estaba segura que en Tunuyán no quedaban horas. La mujer, muy amable, se fija.Quedaban 10 horas en la Escuela de Colonias Las Rosas: 6 horas de Historia y Formación Ética de 9º, y 4 horas de Historia y Formación Ética en Polimodal. No dudé en expresar que sí tomaría dichas horas. A tres años de haberme recibido ya tenía horas titulares y en una de las primeras escuelas donde había empezado a trabajar tan llena de prejuicios hacia los alumnos.
Pese a titularizar, tenía conciencia de que tenía que seguir trabajando, haciendo cursos, proyectos, posgrados, etc. Para adquirir actualización, perfeccionamiento y -a la vez- obtener mayor puntaje. Pero es esto último lo que quiero retomar ahora en este escrito. Es decir, la distribución de puntaje y los proyectos en las escuelas.
En el 2006 trabajé en la Escuela de Colonia Las Rosas también con el proyecto sobre Las Olimpiadas de Filosofía. Esto significó la organización y uso de espacios en contra turno que brindó a los alumnos apoyo, guía y mediación en el proceso de lectura y elaboración de informes para competir en el certamen. Esto generó actividades alternativas para los chicos ante la ausencia de ellas en la zona. En estas instancias, junto a la Coordinadora Betiana Muñoz, experimentamos que el interés del alumno es el motor del proceso de aprendizaje. Que estas actividades –como la fundamentación de un proyecto- fomentan una actitud positiva hacia la búsqueda de una nueva información, y por ende de nuevos aprendizajes.
En el mismo año, entré a la escuela de Las Pintadas. Esta escuela secundaria rural tuvo su apertura a partir de las mismas políticas que las de Agua Amargo y Colonia Las Rosas (implementación de la obligatoriedad del 3° Ciclo de la EGB en la zona rural). Trabajé con un proyecto de “Nivelación” que consistió en ofrecer un curso a los alumnos que ingresarían a 8° año y que provenían de escuelas primarias rurales cercanas. Los docentes concurríamos durante todos los sábados de los meses noviembre a diciembre para desarrollar la propuesta. La idea fue trabajar en áreas específicas como Ciencias Sociales, Ciencias Naturales, Lengua, Matemática y Lengua extranjera (Inglés). Se trabajó con contenidos que desarrollaríamos en 8° año. Estos encuentros también contribuyeron a generar lazos afectivos. De este modo, los estudiantes tenían la posibilidad de conocer a quienes serían sus compañeros, profesores y la forma de trabajar en las diferentes materias.
Estos proyectos me llevaron tiempo, gastos propios… Sin embargo, me interesaban porque beneficiaban a las instituciones, a sus alumnos y a mi misma en lo personal.
En el 2007 se vuelven a distribuir los turnos de la Junta Calificadora para inscribir certificaciones de títulos, proyectos, cursos para acrecentar el puntaje propio del “Bono de Puntaje”. Sin embargo, en esa ocasión experimenté cierto malestar cuando las experiencias que desarrollábamos en las escuelas a partir de nuestra inversión de tiempos y costos, apenas era considerado en la distribución de puntaje. Sentí que en la Junta Calificadora valoraba más que dedicara mi tiempo a hacer “cursos” (muchos de ellos cursados sólo con el propósito de obtener mayor puntaje) que el tiempo y trabajo dedicado un proyecto que beneficia a toda una institución y sus alumnos.
El desaliento y decepción me invadieron haciéndome dudar de mis elecciones… la sensación de que el tiempo dedicado a las escuelas y los alumnos no tenían un reconocimiento desde la Junta Calificadora. Sentí como si nadie advirtiera la realidad de las escuelas secundarias rurales y el trabajo que en ellas desarrollábamos estudiantes y docentes.
Para finalizar, sigo creyendo que es importante participar en los proyectos de las escuelas a pesar de todo. Sé que me queda mucho por andar y aprender… Mientras exista un alumno al que pueda ofrecerle herramientas para adquirir pequeños logros… serán ellos los que me brinden la fuerza para continuar con mi vocación que tanto quiero.
[1] Los directivos de cada Institución, en caso de que sean horas vacantes son los encargados de decidir si otorgan la continuidad de las horas para el próximo año.
[2] Tortita: “Masa de harina con algún otro ingrediente (manteca, aceite, grasa, huevo, etc) de forma redonda achatada, cocinada al fuego lento, horneada o al rescoldo” (Juan Carlos Rogé, 2000. Color, sabor y picardía en la cultura. Los regionalismos de Mendoza. Mendoza, EDIUNC.
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